Un mago se presenta ante su público con tres cartas distintas en la mano, cada una mostrando un diseño único y llamativo. Con una sonrisa enigmática, invita a un espectador a pensar en una de esas cartas. No hay trucos visibles ni maniobras complicadas; simplemente, el espectador elige mentalmente una carta de manera completamente libre y sin presión alguna.

En ese momento, algo extraordinario sucede: el mago, saca de una bolsa dos cartas boca abajo y sostiene dentro de la bolsa en su mano una de las 3 cartas.

Con un gesto casi imperceptible y cuando el espectador nombra la carta pensada, revela inmediatamente cuál es la carta que el espectador había seleccionado.

Para sorpresa de todos, se ve al mago sosteniendo exactamente esa carta en su mano. La precisión y rapidez de la revelación dejan al público boquiabierto, maravillado por la aparente conexión mágica entre sus mentes.

Lo más asombroso de todo es que no hay forzaje involucrado; el espectador tiene una libertad total en su elección, lo que hace que el truco sea aún más impresionante y desconcertante.

La habilidad del mago para conocer instantáneamente el pensamiento del espectador desafía toda lógica y deja a todos preguntándose cómo pudo lograrlo.

Además este truco de Henry Evans se puede repetir todas las veces que desees con idéntico resultado.